LIMA - PERÚ SÁBADO 06 DE SETIEMBRE DEL 2014
Gálatas 3:25-29
"Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa".
*** Cuando nuestra nube de gloria se desdibuja ante nuestro azorados ojos, diseminándose en el aire; y la columna de fuego se extingue, sin dejar un vapor siquiera, podríamos sentirnos desolados y en graves problemas; pero algo desde dentro nos hace movernos en las alturas (nube) y nos hace sentir una hoguera dentro nuestro (columna de fuego), sin admitir ni explicaciones ni razones, por su valor axiomático (que no requiere demostrarse) (Sal.18:33; Jer.20:9).
*** (Gá.3:25) La desaparición del ayo no significa abandono u orfandad; sino que tu madurez cíclica ha llegado: "...edad tiene, preguntadle a él; él hablará por sí mismo" (Jn.9:21b); "...hasta el tiempo señalado por el padre" (Gá.4:2). Los que hemos tenido un ayo, en lo natural, (¿somos príncipes, o no?), entendemos esta separación como un hecho correspondiente (el corte del cordón umbilical nos libera de la placenta ¡y de mamá!), porque lo que sigue es una vida genérica que nos tiene como protagonistas, habiendo dejado el rol secundario de ¡hijitos de papá! o niños en formación. La vida se yergue delante de ti para exigirte la madurez que a tu edad corresponde (control de calidad); y tendrás que mostrar:
(I) Tu calibre como ciudadano;
(II) Tu valor como soldado del ejército de Dios;
(III) Tu entereza como parte del cuerpo de Cristo;
(IV) Tu filiación como un heredero;
(V) Tu nivel como hijo de Dios,
(VI) El trabajo de su gracia, para forjar en ti su gloria regia;
(VII) La perfecta obra de Dios consumada en un plano trascendente.
*** (Gá.3:26) Mi posición en calidad de Hijo de Dios es directamente proporcional a mi fe en Jesucristo. Durante el trámite de mi enseñanza se me capacitó para ser una persona de fe (no un héroe, un titán, un general, un apóstol de la nueva era, ni nada que se le parezca). Esta fe que me fuera impartida, me pone en el campo de batalla (1S.17:48). En circunstancias tales, el enemigo puede decir lo que quiera de sí (1S.17:41-44); y el neonacido, compartirá lo que Dios y su pacto han hecho con él (1S.17:45-47). Siempre la confesión de lo que somos en Dios debe acompañar los momentos previos a la batalla, consolidando nuestra reaidad con Dios en nuestro fuero interno, y así, enfrentar al enemigo. Cabe acotar que las huestes del Señor no tenían una adecuada consciencia de lo que eran en Dios, y David tuvo que despertarlos a esa realidad, como aquí lo hace Pablo con los Gálatas: "...Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús". Los uniformes de soldados, la gruesa y pesada armadura que impedía caminar al no entrenado pastor de ovejas, y las armas que componían los aparejos del caso, le fueron colocados a David al conjuro de su invocación al Padre, quien lo premuniera de lo necesario para ganar esta batalla singular. Nuestra confesión audible de este verso escritural, forjó la armadura de este Iron Man de la época, yendo a por su victoria.
*** (Gá.3:27) Ser bautizado en Cristo implica la idea de empaparse por completo o sumergirse en el Señor, revelando cómo es que se visten los héroes de la fe al momento de realizar algo conforme a la voluntad de Dios, invocando su nombre, equivaliendo ello a un celeste revestimiento como veremos a renglón seguido. Al incluirnos en Cristo por la identificación con él (1S.15:45-47), a esto se refiere el término "bautizados en Cristo" (BAPTIZO=IDENTIFICARSE CON, SUMERGIDO), surge el revestimiento (Destituido=Desnudado: Bautizado=Revestido), siendo ello el recobro de la gloria misma (Ro.3:23;6:23) que desde entonces compone nuestra brillantez en calidad de luminares (Fil.2:15). Así como Adán fue vestido de redención con sus túnicas de pieles; nosotros seremos revestidos de la gloria misma de Dios como gente recobrada por la redención, y potenciada por la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas (Hch.1:8).
*** (Gá.3:28) La gloria corporativa del revestimiento del que fuimos objeto, nos desnaturalizó, privándonos de la gloria de: a) Nuestras etnias; b) Nuestra condición social; c) Nuestro género (como hombres o mujeres) haciéndonos aptos para el servicio útil, señalando nuestra utilidad en el plano de la unidad. Es en este concierto de santos que se maximiza nuestra utilidad, se suple nuestra necesidad, y servimos con la mayor eficacia a la Deidad.
*** (Gá.3:29) Al ser de Cristo (El Sperma abrahámico) (Gn.22:16-18), nos identificamos como su linaje bendito (Is.61:9), y también como sus herederos por causa de la promesa (Ro.4:13-14; 9:6-9). ¡Me encanta cómo Pablo argumenta sus convicciones, y nos las presenta como recursos trascendentes durante el trámite de la gracia, y la consolidación del reino!
PASTOR EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 06/09/2014
Gálatas 3:25-29
"Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa".
*** Cuando nuestra nube de gloria se desdibuja ante nuestro azorados ojos, diseminándose en el aire; y la columna de fuego se extingue, sin dejar un vapor siquiera, podríamos sentirnos desolados y en graves problemas; pero algo desde dentro nos hace movernos en las alturas (nube) y nos hace sentir una hoguera dentro nuestro (columna de fuego), sin admitir ni explicaciones ni razones, por su valor axiomático (que no requiere demostrarse) (Sal.18:33; Jer.20:9).
*** (Gá.3:25) La desaparición del ayo no significa abandono u orfandad; sino que tu madurez cíclica ha llegado: "...edad tiene, preguntadle a él; él hablará por sí mismo" (Jn.9:21b); "...hasta el tiempo señalado por el padre" (Gá.4:2). Los que hemos tenido un ayo, en lo natural, (¿somos príncipes, o no?), entendemos esta separación como un hecho correspondiente (el corte del cordón umbilical nos libera de la placenta ¡y de mamá!), porque lo que sigue es una vida genérica que nos tiene como protagonistas, habiendo dejado el rol secundario de ¡hijitos de papá! o niños en formación. La vida se yergue delante de ti para exigirte la madurez que a tu edad corresponde (control de calidad); y tendrás que mostrar:
(I) Tu calibre como ciudadano;
(II) Tu valor como soldado del ejército de Dios;
(III) Tu entereza como parte del cuerpo de Cristo;
(IV) Tu filiación como un heredero;
(V) Tu nivel como hijo de Dios,
(VI) El trabajo de su gracia, para forjar en ti su gloria regia;
(VII) La perfecta obra de Dios consumada en un plano trascendente.
*** (Gá.3:26) Mi posición en calidad de Hijo de Dios es directamente proporcional a mi fe en Jesucristo. Durante el trámite de mi enseñanza se me capacitó para ser una persona de fe (no un héroe, un titán, un general, un apóstol de la nueva era, ni nada que se le parezca). Esta fe que me fuera impartida, me pone en el campo de batalla (1S.17:48). En circunstancias tales, el enemigo puede decir lo que quiera de sí (1S.17:41-44); y el neonacido, compartirá lo que Dios y su pacto han hecho con él (1S.17:45-47). Siempre la confesión de lo que somos en Dios debe acompañar los momentos previos a la batalla, consolidando nuestra reaidad con Dios en nuestro fuero interno, y así, enfrentar al enemigo. Cabe acotar que las huestes del Señor no tenían una adecuada consciencia de lo que eran en Dios, y David tuvo que despertarlos a esa realidad, como aquí lo hace Pablo con los Gálatas: "...Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús". Los uniformes de soldados, la gruesa y pesada armadura que impedía caminar al no entrenado pastor de ovejas, y las armas que componían los aparejos del caso, le fueron colocados a David al conjuro de su invocación al Padre, quien lo premuniera de lo necesario para ganar esta batalla singular. Nuestra confesión audible de este verso escritural, forjó la armadura de este Iron Man de la época, yendo a por su victoria.
*** (Gá.3:27) Ser bautizado en Cristo implica la idea de empaparse por completo o sumergirse en el Señor, revelando cómo es que se visten los héroes de la fe al momento de realizar algo conforme a la voluntad de Dios, invocando su nombre, equivaliendo ello a un celeste revestimiento como veremos a renglón seguido. Al incluirnos en Cristo por la identificación con él (1S.15:45-47), a esto se refiere el término "bautizados en Cristo" (BAPTIZO=IDENTIFICARSE CON, SUMERGIDO), surge el revestimiento (Destituido=Desnudado: Bautizado=Revestido), siendo ello el recobro de la gloria misma (Ro.3:23;6:23) que desde entonces compone nuestra brillantez en calidad de luminares (Fil.2:15). Así como Adán fue vestido de redención con sus túnicas de pieles; nosotros seremos revestidos de la gloria misma de Dios como gente recobrada por la redención, y potenciada por la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas (Hch.1:8).
*** (Gá.3:28) La gloria corporativa del revestimiento del que fuimos objeto, nos desnaturalizó, privándonos de la gloria de: a) Nuestras etnias; b) Nuestra condición social; c) Nuestro género (como hombres o mujeres) haciéndonos aptos para el servicio útil, señalando nuestra utilidad en el plano de la unidad. Es en este concierto de santos que se maximiza nuestra utilidad, se suple nuestra necesidad, y servimos con la mayor eficacia a la Deidad.
*** (Gá.3:29) Al ser de Cristo (El Sperma abrahámico) (Gn.22:16-18), nos identificamos como su linaje bendito (Is.61:9), y también como sus herederos por causa de la promesa (Ro.4:13-14; 9:6-9). ¡Me encanta cómo Pablo argumenta sus convicciones, y nos las presenta como recursos trascendentes durante el trámite de la gracia, y la consolidación del reino!
PASTOR EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 06/09/2014
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