LIMA - PERÚ VIERNES 05 DE SETIEMBRE DEL 2014
Gálatas 3:23-24
"Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley ha venido a ser nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justifcados por la fe".
*** (Gá.3:22) La divina prescripción de encerrar todo escrituralmente, era para poder mostrar su piedad y su misericordia sin distingos a toda la humanidad. Así, teniendo la naturaleza adámica el pecado como identidad recurrente, se unificó también la necesidad de redención (Ro.3:22-23), habiendo de recoger la gracia divina como el único medio para contactarnos con el Señor, y recibir sus múltiples bendiciones (Ro.3:27-31).
*** (Gá.3:23) Previo a la fe, por el confinamiento en que nos puso la ley al ubicarnos bajo su dominio legal por medio de nuestros representantes: la nación de Israel, fuimos enmarcados en las líneas convergentes que nos guiarían a la fe en Cristo Jesús como la única solución viable para el problema del pecado y la condenación eterna, haciendo imprescindible nuestra redención por un sacrificio sustitutivo, y por el pacto que sellarían nuestros labios al reconocer a Jesús como Señor y Salvador. Hemos de reconocer que la fe salvadora no era algo del dominio general, sino algo sobre lo cual Dios tendría que manifestarse. Nuestro encierro no suponía castigo divino, sino un lugar de seguridad que nos permitiera aguardar esperanzados por la verdad que nos haría libres. Y como las ovejas que pernoctaran en la majada, son sacadas a pacer a lugares de delicados pastos, así habíamos de aguardar por el momento en que la fe nos llevara consigo hasta el plano eternal.
*** (Gá.3:24) El ayo era un ministrador o mayordomo cuyo deber principal era orientar, enseñar y entrenar al infante, asegurándose de su progreso personal y su desarrollo como parte de una sociedad que vive en la presencia de Dios. Este personaje es muy celoso de nuestra crianza y educación, siendo el formador de nuestro carácter, actitudes, intereses y habilidades que serán para maximizar nuestro plano útil a nivel corporativo. Toda la esfera de su influencia sobre nosotros tiende a mejorar, superar y elevarnos a la excelencia en cuanto a nuestra elección como gente cabal, entendiendo a Dios y a sus propósitos, y la vida bajo autoridad para que la sumisión sea nuestra mejor característica y carta de identificación, alegrando a nuestros padres, a nuestro pueblo, y sobre todo a nuestro gran Padre celestial. La ley, como celoso ayo, comparte la esencia de los valores trascendentes, llevándonos al cenit de nuestro estado, y depositándonos en las manos de nuestro Dios cuando ya estamos aptos para interpretar el rol protagónico al que fuimos llamados y destinados: La Justicia de la fe.
*** El deseo del Padre, la formación académica y sistemática del hijo hasta alcanzar la edad viril, y desarrollar plena responsabilidad, faculta al Padre para ubicar en el rol ideal a quien así fuera preparado para alcanzar el nivel superior: El Andar por Fe. Con Moisés, hubo una nube y una columna de fuego; con Josué, Dios se revelaba por el andar y el fluir de quien se sabía gobernado por las divinas instancias, operando luego en las conquistas y en el reparto de la heredad (Éx.13:21-22; Jos.1:5-9). La guianza exterior nos habla de la necesidad de una guianza visible, admisible y accesible de veinticuatro horas continuas sin interrupción. La guianza interior, nos hace ver que somos la habitación celestial y que lo que antes fuera sencillo para todos, ahora podría ser complicado si no se acepta el plano relacional superior que desde nuestro espíritu, cual una veleta que cambia su dirección con el soplar del viento, nos dice dónde hemos de ir (Jn.3:6-8). La superior guianza nos habla de superiores gestiones y magníficos resultados. ¡Aleluya!
PASTOR: EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 05/09/2014
Gálatas 3:23-24
"Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley ha venido a ser nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justifcados por la fe".
*** (Gá.3:22) La divina prescripción de encerrar todo escrituralmente, era para poder mostrar su piedad y su misericordia sin distingos a toda la humanidad. Así, teniendo la naturaleza adámica el pecado como identidad recurrente, se unificó también la necesidad de redención (Ro.3:22-23), habiendo de recoger la gracia divina como el único medio para contactarnos con el Señor, y recibir sus múltiples bendiciones (Ro.3:27-31).
*** (Gá.3:23) Previo a la fe, por el confinamiento en que nos puso la ley al ubicarnos bajo su dominio legal por medio de nuestros representantes: la nación de Israel, fuimos enmarcados en las líneas convergentes que nos guiarían a la fe en Cristo Jesús como la única solución viable para el problema del pecado y la condenación eterna, haciendo imprescindible nuestra redención por un sacrificio sustitutivo, y por el pacto que sellarían nuestros labios al reconocer a Jesús como Señor y Salvador. Hemos de reconocer que la fe salvadora no era algo del dominio general, sino algo sobre lo cual Dios tendría que manifestarse. Nuestro encierro no suponía castigo divino, sino un lugar de seguridad que nos permitiera aguardar esperanzados por la verdad que nos haría libres. Y como las ovejas que pernoctaran en la majada, son sacadas a pacer a lugares de delicados pastos, así habíamos de aguardar por el momento en que la fe nos llevara consigo hasta el plano eternal.
*** (Gá.3:24) El ayo era un ministrador o mayordomo cuyo deber principal era orientar, enseñar y entrenar al infante, asegurándose de su progreso personal y su desarrollo como parte de una sociedad que vive en la presencia de Dios. Este personaje es muy celoso de nuestra crianza y educación, siendo el formador de nuestro carácter, actitudes, intereses y habilidades que serán para maximizar nuestro plano útil a nivel corporativo. Toda la esfera de su influencia sobre nosotros tiende a mejorar, superar y elevarnos a la excelencia en cuanto a nuestra elección como gente cabal, entendiendo a Dios y a sus propósitos, y la vida bajo autoridad para que la sumisión sea nuestra mejor característica y carta de identificación, alegrando a nuestros padres, a nuestro pueblo, y sobre todo a nuestro gran Padre celestial. La ley, como celoso ayo, comparte la esencia de los valores trascendentes, llevándonos al cenit de nuestro estado, y depositándonos en las manos de nuestro Dios cuando ya estamos aptos para interpretar el rol protagónico al que fuimos llamados y destinados: La Justicia de la fe.
*** El deseo del Padre, la formación académica y sistemática del hijo hasta alcanzar la edad viril, y desarrollar plena responsabilidad, faculta al Padre para ubicar en el rol ideal a quien así fuera preparado para alcanzar el nivel superior: El Andar por Fe. Con Moisés, hubo una nube y una columna de fuego; con Josué, Dios se revelaba por el andar y el fluir de quien se sabía gobernado por las divinas instancias, operando luego en las conquistas y en el reparto de la heredad (Éx.13:21-22; Jos.1:5-9). La guianza exterior nos habla de la necesidad de una guianza visible, admisible y accesible de veinticuatro horas continuas sin interrupción. La guianza interior, nos hace ver que somos la habitación celestial y que lo que antes fuera sencillo para todos, ahora podría ser complicado si no se acepta el plano relacional superior que desde nuestro espíritu, cual una veleta que cambia su dirección con el soplar del viento, nos dice dónde hemos de ir (Jn.3:6-8). La superior guianza nos habla de superiores gestiones y magníficos resultados. ¡Aleluya!
PASTOR: EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 05/09/2014
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