Editado por el pastor Efraín Arturo Chávez Esparta en Facebook:
LIMA - PERÚ VIERNES 07 DE NOVIEMBRE DEL 2014
Efesios 2:16-17
"Y mediante la cruz reconciliar consigo a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca".
*** El Señor no dejó a los judíos como judíos, ni a los gentiles como gentiles; trayendo una nueva creación: LA IGLESIA DE DIOS. ÉL INCLUYÓ A LOS UNOS Y LOS OTROS EN SÍ MISMO, actuando el Espíritu Santo como el elemento catalizador, permitiendo la "química fusión" que nos hiciera uno con los "únicos", y parte integrante de los "ëlegidos", recategorizándonos como: "LA CONGREGACIÓN DE LOS PRIMOGÉNITOS QUE ESTÁN INSCRITOS EN LOS CIELOS" (He.12:23). ¡Así les duela a los unos, y les moleste a los otros! En ese contexto, cuando nos miramos unos a otros, ponemos una cara de sorpresa que nos indigna o nos hace fruncir el ceño; pero cuando vemos los abiertos brazos de nuestro Señor, aceptándonos a los unos y los otros en su amor cambia nuestra actitud, decrece nuestra acritud, y nos es señalada por el Señor nuestra aptitud para la herencia compartida ¡Aleluya!
*** (Ef.2:16) La cruz nos propone un acceso directo al cielo como el trono divino, el mismo que no establece diferencias o preferencias, rebosando justicia (Lc.13:28;14:24), y el madero horizontal de la cruz, nos hace ver la amplitud de corazón del Padre para tener misericordia de todos (Véase Ro.3:9-31). El madero vertical es un tipo del: UN SOLO CUERPO; y el horizontal, es su política de "brazos abiertos" para todo aquel que cree. La reconciliación equivale a hacer las paces con aquellos que estábamos querellados, trayendo toda la familia a un ámbito de convivencia en el que ninguno tiene congojas por la apariencia del otro. Los doce hijos de Jacob tuvieron cuatro madres: Lea, Raquel, Zilpa y Bilha; pero Moisés jamás catalogó como inferiores a los hijos de las criadas, ni prefirió a los de Raquel en lugar de los de Lea ¿Por qué? Porque todos tenían un mismo progenitor: JACOB, y era su sangre lo que llevaban en sus venas. Así, la misma sangre que redimió a los judíos, redimió a los gentiles por igual, haciéndonos a todos aceptos en el Amado, aprendiendo a amarnos por ese hecho (Col.1:20). Las doce puertas de la santa ciudad llevan los nombres de los hijos de Israel, marcando los accesos a la misma, SIN HACER DIFERENCIA ALGUNA ENTRE PUERTA Y PUERTA ¡Aleluya!
*** (Ef.2:17) Aquí el apóstol refiere cómo fue que el Evangelio hizo su entrada en un plano absoluto, acercándonos a todos por el pacto hecho con Abraham, forjando la simiente del patriarca mediante la fe, así la física como la espiritual, algo que Isaías profetizara muchos siglos atrás (Is.57:19). Sólo el Pacto de Sangre posee la virtud de acercarnos y hermanarnos generacionalmente, de modo que tengamos un destino común, mostrando amistad, protección y compañerismo siempre. Así, los lejanos (los gentiles) y los cercanos (los judíos) llegaron a formar una familia de pacto por ser hermanos de sangre (1Co.11:23-25,24e). Eliminar las distancias fue el primer punto; el segundo, era lograr la fusión, de modo que no hubiera desavenencias ni tropiezos. Los primeros años la Iglesia hubo de sufrir una etapa de adaptación, hasta que se pasase de la simple tolerancia a la amistad, y de ésta, al parentesco, cohesionando la familia de modo definitivo. Cada creyente sabe qué etapa es la que está atravesando ahora.
PASTOR: EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 07/11/2014
*** (Ef.2:16) La cruz nos propone un acceso directo al cielo como el trono divino, el mismo que no establece diferencias o preferencias, rebosando justicia (Lc.13:28;14:24), y el madero horizontal de la cruz, nos hace ver la amplitud de corazón del Padre para tener misericordia de todos (Véase Ro.3:9-31). El madero vertical es un tipo del: UN SOLO CUERPO; y el horizontal, es su política de "brazos abiertos" para todo aquel que cree. La reconciliación equivale a hacer las paces con aquellos que estábamos querellados, trayendo toda la familia a un ámbito de convivencia en el que ninguno tiene congojas por la apariencia del otro. Los doce hijos de Jacob tuvieron cuatro madres: Lea, Raquel, Zilpa y Bilha; pero Moisés jamás catalogó como inferiores a los hijos de las criadas, ni prefirió a los de Raquel en lugar de los de Lea ¿Por qué? Porque todos tenían un mismo progenitor: JACOB, y era su sangre lo que llevaban en sus venas. Así, la misma sangre que redimió a los judíos, redimió a los gentiles por igual, haciéndonos a todos aceptos en el Amado, aprendiendo a amarnos por ese hecho (Col.1:20). Las doce puertas de la santa ciudad llevan los nombres de los hijos de Israel, marcando los accesos a la misma, SIN HACER DIFERENCIA ALGUNA ENTRE PUERTA Y PUERTA ¡Aleluya!
*** (Ef.2:17) Aquí el apóstol refiere cómo fue que el Evangelio hizo su entrada en un plano absoluto, acercándonos a todos por el pacto hecho con Abraham, forjando la simiente del patriarca mediante la fe, así la física como la espiritual, algo que Isaías profetizara muchos siglos atrás (Is.57:19). Sólo el Pacto de Sangre posee la virtud de acercarnos y hermanarnos generacionalmente, de modo que tengamos un destino común, mostrando amistad, protección y compañerismo siempre. Así, los lejanos (los gentiles) y los cercanos (los judíos) llegaron a formar una familia de pacto por ser hermanos de sangre (1Co.11:23-25,24e). Eliminar las distancias fue el primer punto; el segundo, era lograr la fusión, de modo que no hubiera desavenencias ni tropiezos. Los primeros años la Iglesia hubo de sufrir una etapa de adaptación, hasta que se pasase de la simple tolerancia a la amistad, y de ésta, al parentesco, cohesionando la familia de modo definitivo. Cada creyente sabe qué etapa es la que está atravesando ahora.
PASTOR: EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 07/11/2014
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