LIMA - PERÚ DOMINGO 16 DE NOVIEMBRE DEL 2014
Efesios 3:17-19
"Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios".
*** Cuando la perspectiva divinal y espiritual correcta se hace sólida en nuestra experiencia, pasamos a ver las cosas en su sentido más profundo, y Dios nos faculta a interiorizar en nuestra intimidad, viendo las cosas que él opera en nuestra íntima comunión con la Deidad, en el plano de la fusión célico-pedestre. Veamos:
*** (Ef.3:17) Que nuestro corazón se constituya en habitación del Señor es una premisa básica para el contacto pleno y real, mismo que al penetrar en nosotros se divide en cuatro direcciones y dimensiones. Sólo cuando la realidad celeste es percibida en nuestro fuero interno, de modo vivencial, la simiente o semilla germina dentro nuestro, ramificándose para cubrir todas las áreas que Dios quiere manifestar y gobernar, no dejando nada a la imaginación o iniciativa particular.
*** Así como en el Edén Dios hizo surgir un río que regaba el huerto, y se dividía en cuatro brazos; así Dios quiene proceder con nosotros y nuestra capacidad de fructificar para su gloria y honor: El Pisón (que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro, bedelio -gomorresina de uso balsámico- y ónice -ágata listada que prefigura el arco iris como marco revelacional general-, representando la naturaleza divinal sanadora y reveladora); el segundo, es el Gihón, que rodea la tierra de Cus (negro ¿la oscuridad del lugar santísimo?); el tercero, el Hidekel, y el cuarto es el Éufrates en lo que compone la Mesopotamia; el sentido de lo que Pablo pondera en Efesios nos dará la pista para interpretar el signficado de cada uno de ellos en su fluir para con nosotros. El arraigo y la cimentación en la verdad escritural nos será revelado allí.
*** Cuando la fe se arraiga, se forma un cimiento operativo que crecerá en el sentido de nuestra operatividad para con el Señor, componiendo en ello el propósito divinal. Dado que el arraigo se fusiona en el amor, su naturaleza dadora e impartidora buscará ramificarse en todas las direcciones posibles.
*** (Ef.3:18) Nótese en este verso el panorama corporativo y múltiple en el que se mueve Dios, para mostrarnos la UNIDAD ESPIRITUAL EN QUE HEMOS DE MOVERNOS PARA LOGRAR EL OBJETIVO que a todos nos incluye y a nadie excluye:
(I) EL PISÓN = LA ANCHURA.- El trabajo divino nos tiene a todos como protagonistas y directos beneficiarios de lo que él hará (Este-Oeste) abarcándolo todo y a todos como herederos del mundo, como la simiente de Abraham (Ro.4:13). A ella, Dios le encargó la Palabra que sana y salva, y que debía beneficiar a toda la humanidad (ágata listada que incluye a todas las razas o etnias, los gentiles).
(II) EL GIHÓN = LA LONGITUD.- Esto es el panorama vertical (Norte-Sur), que nos lleva hasta Dios. La cruz estaba compuesta del palo vertical y el horizontal, trasladado este último por el reo hasta el lugar de su crucifixión. Ello representaba nuestra dirección de retorno a Dios, pasando de la luz del atrio hasta la oscuridad del lugar santísimo, donde se hallara el arca del pacto.
(III) EL TIGRIS = LA PROFUNDIDAD.- Aquí vemos pintada de cuerpo entero la penetración espiritual (Jn.5:39;1Co.2:9-16), la misma que nos lleva cautivos a la obediencia al Señor aun en lo más ínfimo. Un árbol crecerá tan alto como profunda sea su raíz. Y Dios nos habla de plenitud, y no de quedarnos frustros o chasqueados por nuestra falta de vigor o de impulso. Mientras más lleno estés de Dios, mayor será la gloria que verán los demás de nuestra unidad con él.
(IV) LA ALTURA = EL ÉUFRATES.- Los factores equidistantes han sido muy aptamente considerados por el apóstol, yendo de menos a más, de derecha a izquierda; de abajo hacia arriba, y de lo más profundo hasta la mayor altitud. El panorama espiritual eternal ha de ser captado con la intensidad que el tema requiere, uniendo y fusionando ambas esferas, la celeste y la pedestre, de modo que podamos interactuar con la Deidad en términos neocreacionales y redentivos, haciendo lo que Jesús, pasando de la humillación (kenosis) hasta la exaltación (plerroma). Sin la victoria abajo, no habrá gloria arriba. Si hemos de entender a cabalidad lo que somos, lo que tenemos, y lo que podemos; estas cuatro dimensiones deben estar cubiertas íntegramente.
*** (Ef.3:19) Sólo así obtendremos una total comprensión (plano anímico y natural) la medida del amor de nuestro Señor por nosotros, captando toda la PLENITUD DE DIOS, donde no caben la duda ni la claudicación; sino el honor y el denuedo para el logro objetivo del divino propósito.
PASTOR: EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 16/11/2014
*** (Ef.3:17) Que nuestro corazón se constituya en habitación del Señor es una premisa básica para el contacto pleno y real, mismo que al penetrar en nosotros se divide en cuatro direcciones y dimensiones. Sólo cuando la realidad celeste es percibida en nuestro fuero interno, de modo vivencial, la simiente o semilla germina dentro nuestro, ramificándose para cubrir todas las áreas que Dios quiere manifestar y gobernar, no dejando nada a la imaginación o iniciativa particular.
*** Así como en el Edén Dios hizo surgir un río que regaba el huerto, y se dividía en cuatro brazos; así Dios quiene proceder con nosotros y nuestra capacidad de fructificar para su gloria y honor: El Pisón (que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro, bedelio -gomorresina de uso balsámico- y ónice -ágata listada que prefigura el arco iris como marco revelacional general-, representando la naturaleza divinal sanadora y reveladora); el segundo, es el Gihón, que rodea la tierra de Cus (negro ¿la oscuridad del lugar santísimo?); el tercero, el Hidekel, y el cuarto es el Éufrates en lo que compone la Mesopotamia; el sentido de lo que Pablo pondera en Efesios nos dará la pista para interpretar el signficado de cada uno de ellos en su fluir para con nosotros. El arraigo y la cimentación en la verdad escritural nos será revelado allí.
*** Cuando la fe se arraiga, se forma un cimiento operativo que crecerá en el sentido de nuestra operatividad para con el Señor, componiendo en ello el propósito divinal. Dado que el arraigo se fusiona en el amor, su naturaleza dadora e impartidora buscará ramificarse en todas las direcciones posibles.
*** (Ef.3:18) Nótese en este verso el panorama corporativo y múltiple en el que se mueve Dios, para mostrarnos la UNIDAD ESPIRITUAL EN QUE HEMOS DE MOVERNOS PARA LOGRAR EL OBJETIVO que a todos nos incluye y a nadie excluye:
(I) EL PISÓN = LA ANCHURA.- El trabajo divino nos tiene a todos como protagonistas y directos beneficiarios de lo que él hará (Este-Oeste) abarcándolo todo y a todos como herederos del mundo, como la simiente de Abraham (Ro.4:13). A ella, Dios le encargó la Palabra que sana y salva, y que debía beneficiar a toda la humanidad (ágata listada que incluye a todas las razas o etnias, los gentiles).
(II) EL GIHÓN = LA LONGITUD.- Esto es el panorama vertical (Norte-Sur), que nos lleva hasta Dios. La cruz estaba compuesta del palo vertical y el horizontal, trasladado este último por el reo hasta el lugar de su crucifixión. Ello representaba nuestra dirección de retorno a Dios, pasando de la luz del atrio hasta la oscuridad del lugar santísimo, donde se hallara el arca del pacto.
(III) EL TIGRIS = LA PROFUNDIDAD.- Aquí vemos pintada de cuerpo entero la penetración espiritual (Jn.5:39;1Co.2:9-16), la misma que nos lleva cautivos a la obediencia al Señor aun en lo más ínfimo. Un árbol crecerá tan alto como profunda sea su raíz. Y Dios nos habla de plenitud, y no de quedarnos frustros o chasqueados por nuestra falta de vigor o de impulso. Mientras más lleno estés de Dios, mayor será la gloria que verán los demás de nuestra unidad con él.
(IV) LA ALTURA = EL ÉUFRATES.- Los factores equidistantes han sido muy aptamente considerados por el apóstol, yendo de menos a más, de derecha a izquierda; de abajo hacia arriba, y de lo más profundo hasta la mayor altitud. El panorama espiritual eternal ha de ser captado con la intensidad que el tema requiere, uniendo y fusionando ambas esferas, la celeste y la pedestre, de modo que podamos interactuar con la Deidad en términos neocreacionales y redentivos, haciendo lo que Jesús, pasando de la humillación (kenosis) hasta la exaltación (plerroma). Sin la victoria abajo, no habrá gloria arriba. Si hemos de entender a cabalidad lo que somos, lo que tenemos, y lo que podemos; estas cuatro dimensiones deben estar cubiertas íntegramente.
*** (Ef.3:19) Sólo así obtendremos una total comprensión (plano anímico y natural) la medida del amor de nuestro Señor por nosotros, captando toda la PLENITUD DE DIOS, donde no caben la duda ni la claudicación; sino el honor y el denuedo para el logro objetivo del divino propósito.
PASTOR: EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 16/11/2014
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