LIMA - PERÚ MIÉRCOLES 19 DE NOVIEMBRE DEL 2014
Efesios 4:3-4
"Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra vocación".
*** Consideremos la solicitud apostólica a través de sus exhortaciones básicas:
(Ef.4:1) Abogando muy tiernamente por una conducta digna de nuestro llamamiento, apuntando a nuestra vocación o dedicación al compromiso adquirido, para el resultado apetecido.
(Ef.4:2) Veamos algunas de estas virtudes en acción:
A) La humildad aquí referida, tiene que ver con un sentido de pequeñez e insignificancia al compararnos con los demás. Ello no implica inferioridad o bajeza, sino el maximizar el honor y consideración hacia los demás.
B) La mansedumbre, es la característica básica de quien trata a los demás de modo deferente y preferente, relevando a los otros y dándoles prioridad, honra y respeto.
C) La paciencia, implica el cultivo constante de la tolerancia y el soportar a otros en sus déficits, faltas de fe y cuestionamientos en todas las áreas. Ello nos llevará al límite de nuestra capacidad para soportar las fallas y falencias de los demás en interés al avance unitario de la congregación; tres característcas básicas de los auténticos servidores del Señor.
*** (Ef.4:3a) La solicitud paulina para guardar la unidad del Espiritu nos lleva a pensar y obrar más allá de nuestros cabales considerandos o peculiares concepciones de las cosas que mantienen la unidad eclesial. Los doce, siendo tan pocos, tenían problemas con sus carácteres. ambiciones y deseos de posesión y posiciones a nivel regio. Esos tres años nos dejaron a un Pedro alejado y frustrado; un Tomás que tenía grandes dudas, pero que estaba dispuesto a morir en una orden aparentemente necia por parte de Jesús para ir a Betania; un Felipe que deseara "ver al Padre, y le bastaba" (conmovedora petición de una "humilde" rogativa); un Judas ladrón, traidor y suicida, etc. ¿Tenemos listos los diplomas según el orden de méritos?
*** (Ef.4:3b) La Paz, es el factor vinculante en el sentido que produce la armonía, el orden, la solidaridad y la disposición general para ejecutar los planes del Señor dentro de lo requerido por él; supeditando la búsqueda de glorias y recompensas; figurettismo y aplausos; ventajas y tronos; galardones y pompas, etc.; y anteponiendo el hecho de que ello determinará la gloria para el Señor, maximizando nuestra utilidad corporativa al hacerlo todo unidos en Espíritu y en verdad.
*** (Ef.4:4) Así como el cuerpo tiene una cabeza, un tronco y cuatro extremidades, entendiendo los tales en el plano constitutivo; así hemos de considerar el paulino consejo: De la cabeza es el pensar y percibir; del tronco es el sentir, el digerir, el comulgar y el panorama reproductivo; y es de las extremidades el traerlo todo a una correcta y proba combinación, el llevarnos y traernos todo lo externo para gozar de beneficios que todos disfruten en una forma equitativa. Para que una sonrisa se dibuje en nuestra faz requerimos del auxilio de dieciocho músculos: Unos, se contraen; otros, se expanden; unos suben, y otros bajan; y en ese mixto mover se aprecia el acuerdo que provoca una sonrisa en nuestro rostro. Es por eso que somos tan diferentes, tan dispares, y tan peculiares, que no hemos de ser entendidos por nuestros movimientos e intentos, sino por los resultados.
*** "...Y un Espíritu...". Dado que nuestras naturalezas espirituales son el producto del Espíritu divinal, y que él nos dota según su voluntad, nos ha de convenir el permanecer sensibles a sus movimientos, al más leve de sus susurros, y a discernir su intención en el momento específico para saber en qué momento nuestra participación es requerida. Así como es dirigida una orquesta, que se basa en tiempos, ejecutorias y silencios, ascensos y descensos, crescendos, etc.; así es como debemos sentir y vibrar con el que lleva la batuta, produciendo la armonia de la melodía, y disfrutando la sinfonía en bendita sincronía ¡Dichosa melomanía! Mientras nuestros espíritus humanos poseen características precisas y específicas, el Espíritu Santo sabe cuándo usarlas y cuál es su motivo al hacerlo, tornándose así: "...imponente, como ejércitos en orden" (Cnt.6:10d).
*** El llamamiento de una esperanza que muestra una vocación uniforme, estimula el movimiento en una forma cadenciosa, y la consciencia de nuestro futuro en Cristo (con la gloria que ello presupone), nos insta a guardar la unidad celosamente, sabiendo que la seguridad de la manada está en quedarse bajo la cobertura de su pastor, mientras avanza hacia las espaciosas dehesas, para disfrutar de un pasto fresco y aguas refrescantes de los remansos, percibiendo el descanso y solaz mientras que avanzamos invictos y guardados a la gloria que el Padre nos destinara.
PASTOR: EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 19/11/2014
(Ef.4:1) Abogando muy tiernamente por una conducta digna de nuestro llamamiento, apuntando a nuestra vocación o dedicación al compromiso adquirido, para el resultado apetecido.
(Ef.4:2) Veamos algunas de estas virtudes en acción:
A) La humildad aquí referida, tiene que ver con un sentido de pequeñez e insignificancia al compararnos con los demás. Ello no implica inferioridad o bajeza, sino el maximizar el honor y consideración hacia los demás.
B) La mansedumbre, es la característica básica de quien trata a los demás de modo deferente y preferente, relevando a los otros y dándoles prioridad, honra y respeto.
C) La paciencia, implica el cultivo constante de la tolerancia y el soportar a otros en sus déficits, faltas de fe y cuestionamientos en todas las áreas. Ello nos llevará al límite de nuestra capacidad para soportar las fallas y falencias de los demás en interés al avance unitario de la congregación; tres característcas básicas de los auténticos servidores del Señor.
*** (Ef.4:3a) La solicitud paulina para guardar la unidad del Espiritu nos lleva a pensar y obrar más allá de nuestros cabales considerandos o peculiares concepciones de las cosas que mantienen la unidad eclesial. Los doce, siendo tan pocos, tenían problemas con sus carácteres. ambiciones y deseos de posesión y posiciones a nivel regio. Esos tres años nos dejaron a un Pedro alejado y frustrado; un Tomás que tenía grandes dudas, pero que estaba dispuesto a morir en una orden aparentemente necia por parte de Jesús para ir a Betania; un Felipe que deseara "ver al Padre, y le bastaba" (conmovedora petición de una "humilde" rogativa); un Judas ladrón, traidor y suicida, etc. ¿Tenemos listos los diplomas según el orden de méritos?
*** (Ef.4:3b) La Paz, es el factor vinculante en el sentido que produce la armonía, el orden, la solidaridad y la disposición general para ejecutar los planes del Señor dentro de lo requerido por él; supeditando la búsqueda de glorias y recompensas; figurettismo y aplausos; ventajas y tronos; galardones y pompas, etc.; y anteponiendo el hecho de que ello determinará la gloria para el Señor, maximizando nuestra utilidad corporativa al hacerlo todo unidos en Espíritu y en verdad.
*** (Ef.4:4) Así como el cuerpo tiene una cabeza, un tronco y cuatro extremidades, entendiendo los tales en el plano constitutivo; así hemos de considerar el paulino consejo: De la cabeza es el pensar y percibir; del tronco es el sentir, el digerir, el comulgar y el panorama reproductivo; y es de las extremidades el traerlo todo a una correcta y proba combinación, el llevarnos y traernos todo lo externo para gozar de beneficios que todos disfruten en una forma equitativa. Para que una sonrisa se dibuje en nuestra faz requerimos del auxilio de dieciocho músculos: Unos, se contraen; otros, se expanden; unos suben, y otros bajan; y en ese mixto mover se aprecia el acuerdo que provoca una sonrisa en nuestro rostro. Es por eso que somos tan diferentes, tan dispares, y tan peculiares, que no hemos de ser entendidos por nuestros movimientos e intentos, sino por los resultados.
*** "...Y un Espíritu...". Dado que nuestras naturalezas espirituales son el producto del Espíritu divinal, y que él nos dota según su voluntad, nos ha de convenir el permanecer sensibles a sus movimientos, al más leve de sus susurros, y a discernir su intención en el momento específico para saber en qué momento nuestra participación es requerida. Así como es dirigida una orquesta, que se basa en tiempos, ejecutorias y silencios, ascensos y descensos, crescendos, etc.; así es como debemos sentir y vibrar con el que lleva la batuta, produciendo la armonia de la melodía, y disfrutando la sinfonía en bendita sincronía ¡Dichosa melomanía! Mientras nuestros espíritus humanos poseen características precisas y específicas, el Espíritu Santo sabe cuándo usarlas y cuál es su motivo al hacerlo, tornándose así: "...imponente, como ejércitos en orden" (Cnt.6:10d).
*** El llamamiento de una esperanza que muestra una vocación uniforme, estimula el movimiento en una forma cadenciosa, y la consciencia de nuestro futuro en Cristo (con la gloria que ello presupone), nos insta a guardar la unidad celosamente, sabiendo que la seguridad de la manada está en quedarse bajo la cobertura de su pastor, mientras avanza hacia las espaciosas dehesas, para disfrutar de un pasto fresco y aguas refrescantes de los remansos, percibiendo el descanso y solaz mientras que avanzamos invictos y guardados a la gloria que el Padre nos destinara.
PASTOR: EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 19/11/2014
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