jueves, 7 de agosto de 2014

GALATAS 2

Efrain Arturo Chavez Esparta
 LIMA - PERÚ JUEVES 07 DE AGOSTO DEL 2014

Gálatas 1:3-5

"Gracia y paz a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, a quien sea gloria por los siglos de los siglos. Amén".

*** En el contexto de la salutación había algo más que simple amabilidad o cortesía urbana, surgiendo el profético hablar ligado al saludo protocolar, relevando dos cosas: La Gracia y la Paz.
(I) La Gracia, es el paquete divino que incluye la totalidad de la obra redentora: desde el Perdón que nos trae la Reconciliación, hasta el proceso santificador que nos identifica con Dios, nos transforma progresivamente, nos regenera y nos renueva (Tit.3:5), conformándonos a la imagen divina, haciéndonos dignos de habitar en su presencia (Ro.8:28-30).
(II) La Paz, nos ubica dentro del plano relacional oportuno para la plena realización del propósito divino. Es en esa condición que nuestra comunión con la Deidad se torna agadable y perfecta, y que se hace una constante en nuestra experiencia alcanzar las bendiciones que no se dan de otro modo (Ro.5:1; Fil.4;8-9).
*** El "A vosotros" es la dádiva divina que todos comparten, abrigando a todos los gálatas en aquel saludo que incluye historia y profecía (por la decisión de fe, y su progresión en ella hasta alcanzar la meta). Así como somos introducidos en los lomos de nuestros padres, y luego en la corriente del tiempo, por la fusión de nuestros progenitores; así somos introducidos en el panorama eternal vía el Nuevo Nacimiento cuando nos afiliamos corporativamente por la fe en Cristo Jesús (Gá.3:6-9).
*** Al hablar del Padre, brota el factor genitivo y el testimonio del poder ilimitado que en Él reside para que su progenie sea su heredera incondiconal, trazando una línea de seguridad absoluta que redunda en una confianza y un amor inalterables de Él para con nosotros, y de nosotros para con Él (Jn.16:32b-33; Ef,6:24). Y al hablar del Hijo nos da la confirmación de que en nosotros se ha ubicado la simiente divina como una esperanza de gloria, dándole movimiento a la vida por su participación en y con nosotros (Col.1:27; Ro.5:10; Ef.1:6). La clave de la vida espiritual está en el Señorío de Jesús sobre nuestras vidas, pues es ello lo que nos santifica para el alcance de la herencia (Hch.26:18). Al combinarse el nombre: JESÚS, y el título: CRISTO, se consolida tanto la salvación como el envío que no se detendrá, cogiéndonos en la corriente del tiempo, y devolviéndonos a nuestra esfera regia en la presencia del Padre (Is.55:10-11).
*** La inmolación del Señor nos sacó de la esfera secular y de su dominio sobre nosotros, siendo su objetivo separarnos de ello para podernos unir con Jesús en aquella vida genérica a la que el mundo no pudiera detener. La parálisis secular nos mantiene dentro de la potencia de los deleites y de la muerte que llamamos "vida" (Ef.2:1-3). la muerte y desaparición del viejo hombre, el Adán en que todos mueren, era de vital importancia para hacer emerger la vida indestructible que hereda aquello que es acorde con su condición, y así como la iniquidad y maldad que rodeaba el tabernáculo no podía contaminarlo, tampoco las inmundicias de este siglo deben tener parte en nosotros (Lv.16:16). El Santuario, como un agujero negro en el horizonte sideral, eliminaba toda impureza y contaminación, mostrándole a la muerte y al pecado sus límites, haciéndoles ver que todo lo que lo tocara no podría contaminarlo; pero que solamente lo que se quedara dentro de sus recintos podía ser totalmente santificado (Lv.16:23). Lo santo y lo santísimo tenían un reducido espacio, y era únicamente territorio sacerdotal, y sólo lo que fuera santificado y separado para aquella perspectiva tenía derecho a estar allí; por eso Dios nos hizo reyes y sacerdotes para Él (1P.2:9; Ap.1:6; 5:10).
*** La voluntad de Dios fue expresada por medio de la separación y posterior vinculación con Él, el deseo suyo era que compartiéramos su gloria sempiterna, como declara el v.5. No nos quedemos cortos y absortos con el perdón, sigamos adelante hasta la perfección (He.6:1).
PASTOR: EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 07/08/2014

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