LIMA - PERÚ SÁBADO 16 DE AGOSTO DEL 2014
Gálatas 1:16b-20
"...Para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre, ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo, sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco. Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días; pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo, el hermano del Señor. En esto que os escribo, he aquí delante de Dios que no miento".
*** (Gá.1:16b) No es sino hasta que penetramos en el panorama espiritual en el que nuestro espíritu, amalgamado con el Espíritu Santo, debe fluir, y nos vemos debidamente empoderados en los términos de la gracia divina, que somos integrados a labores ministeriales de mayor cuantía (Lc.24:47-49; Hch.1:8)..
*** El ministrar a otros implica un período de preparación y entrenamiento para la efectiva transmisión y transferencia de lo que Dios quiere comunicar a otros para el avance de su propósito. No es mágico ni instantáneo. Si bien nuestro espíritu capta e intuye (despertado por la presencia de Dios en tu vida) de un modo instantáneo, la mentalidad del alma es: a) procesal, b) paulatina, c) progresiva y d) fragmentaria (1Co.2:6-16; He.5:11-14).
*** La precipitación del novato o neófito le hace pensar que lo tuvo todo en un santiamén, se "siente" un "apóstol instantáneo y neogeneracional" que conquistará el mundo en los próximos siete días, o menos, porque conoce un "atajo" más rápido que una línea recta (1Ti.3:6-7).
*** Aquel que supo quién era en Cristo, y pudo verlo dentro suyo como la fuerza generatriz que lo impulsaba fuera de la esfera judaica, y lo llevara a recorrer el mundo conocido entonces hasta llenarlo todo del bendito mensaje evangelístico (Ro.15:7-12, 15-21), no percibió la necesidad de buscar humanas aprobaciones o guianzas, y de un modo singular viajó a diversos lugares bajo espirituales instancias, como veremos más adelante.
*** No hemos de aseverar que lo que Pablo hiciera sea el estándar en la vida de cada elegido del Señor, pues él nos hace caminar corporativamente, y bajo las autoridades locales que él puso en su sola potestad, manteniendo la unidad de acción, adoración y proyección. Se ha de tener sumo cuidado con los "liberales" que inician cosas sin ton ni son, y aseguran estar bajo una "unción paulina", pues la Iglesia de Dios es una, y la unidad de acción es la premisa básica que gobierna la misma (1Co.12:27-28).
*** Estimo que si Dios impulsó a Pablo en esa forma, fue porque los apóstoles al judaísmo tendrían que ver un resultado para Dios entre los gentiles, para luego ir y confirmarlo, como efectivamente pasó (Hch.10:44-48; 11:1-3,17-18, 19-24). las primeras instancias tenían que ver con el "arreglo divino" que habría de operar en la Iglesia en lo sucesivo, y más adelante habrían de señalarse las pautas que normarían el establecimiento de las autoridades locales en las Iglesias (1Ti.3:1-13; Tit,1:5-11). Hago esta aclaración para que haya un cabal entendimiento respecto al orden divinal que hoy es instituido en forma bíblica (1P.5:1-4).
*** (Gá.1:17) Los viajes de Pablo, a Arabia y Damasco, tuvieron como protagonista a un comisionado divino consciente de su llamado y su posición a nivel eclesial (él lo refiere así en el v.17). El viaje de Pablo a Arabia fue de ida; y el de éste a Damasco, fue de vuelta; y el apóstol no nos dice qué hizo durante ese trámite, ni habremos de suponer positiva o negativamente su fluir en ese trance, sin entrar al terreno de la especulación, y confundirnos por ello. Que si fue para recibir un curso intensivo de doctrina cristiana en un plano revelacional glorioso y subyugador; si fue para meditar, pensar o desarrollar una estrategia; un seminario relámpago o institutano sobre cuál sería la estructura del Nuevo Pacto, estableciendo las pautas que luego serían escritas en la forma de epístolas paulinas; todo ello es factible; pero no tenemos derecho a decir en forma dogmática y absoluta QUE ASÍ FUE, y Pablo no lo refrenda. Cuando imaginamos o especulamos respecto a estas cosas, podemos entrar a un plano místico o esotérico de retorcidas inferencias. Mantengamos nuestros espíritus abiertos a la revelación Escritural, sin agregar nada a lo que está escrito (1Co.4:5a).
*** Tres años después, consolidado al parecer en su ministerio, visita Jerusalén, se entrevista con Pedro, y sostiene una comunión de quince días con él (Hch.9:26-30). Hemos de observar que el apóstol va describiendo uno a uno sus pasos en el plano ministerial con el único deseo de que fueran conocidos sus movimientos y se revelara el panorama de su autoridad fuera de toda duda. ¿Por qué se daba Pablo esta molestia? Porque su autoridad se vio menoscabada entre la gente de Acaya, y en otros sectores como Galacia.
*** (Gá.1:19) Los apóstoles se tomaban muy en serio su ministerio itinerante, y sus ocupaciones externas, marcaban su ausencia de la Iglesia central jerosolimitana, observando, como se cree, que Jacobo pastoreaba la Iglesia central en Jerusalén, el cuartel general del accionar apostólico a los judíos, y a las naciones, ulteriormente (Hch.15), en conformidad al mandato registrado en Hch.1:8.
*** (Gá.1:20) Pablo refrenda su testimonio asegurando que todo lo referido por él es absolutamente cierto, y digno de crédito a nivel local y general, conjurándose a sí mismo en el nombre del Señor.
Gálatas 1:16b-20
"...Para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre, ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo, sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco. Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días; pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo, el hermano del Señor. En esto que os escribo, he aquí delante de Dios que no miento".
*** (Gá.1:16b) No es sino hasta que penetramos en el panorama espiritual en el que nuestro espíritu, amalgamado con el Espíritu Santo, debe fluir, y nos vemos debidamente empoderados en los términos de la gracia divina, que somos integrados a labores ministeriales de mayor cuantía (Lc.24:47-49; Hch.1:8)..
*** El ministrar a otros implica un período de preparación y entrenamiento para la efectiva transmisión y transferencia de lo que Dios quiere comunicar a otros para el avance de su propósito. No es mágico ni instantáneo. Si bien nuestro espíritu capta e intuye (despertado por la presencia de Dios en tu vida) de un modo instantáneo, la mentalidad del alma es: a) procesal, b) paulatina, c) progresiva y d) fragmentaria (1Co.2:6-16; He.5:11-14).
*** La precipitación del novato o neófito le hace pensar que lo tuvo todo en un santiamén, se "siente" un "apóstol instantáneo y neogeneracional" que conquistará el mundo en los próximos siete días, o menos, porque conoce un "atajo" más rápido que una línea recta (1Ti.3:6-7).
*** Aquel que supo quién era en Cristo, y pudo verlo dentro suyo como la fuerza generatriz que lo impulsaba fuera de la esfera judaica, y lo llevara a recorrer el mundo conocido entonces hasta llenarlo todo del bendito mensaje evangelístico (Ro.15:7-12, 15-21), no percibió la necesidad de buscar humanas aprobaciones o guianzas, y de un modo singular viajó a diversos lugares bajo espirituales instancias, como veremos más adelante.
*** No hemos de aseverar que lo que Pablo hiciera sea el estándar en la vida de cada elegido del Señor, pues él nos hace caminar corporativamente, y bajo las autoridades locales que él puso en su sola potestad, manteniendo la unidad de acción, adoración y proyección. Se ha de tener sumo cuidado con los "liberales" que inician cosas sin ton ni son, y aseguran estar bajo una "unción paulina", pues la Iglesia de Dios es una, y la unidad de acción es la premisa básica que gobierna la misma (1Co.12:27-28).
*** Estimo que si Dios impulsó a Pablo en esa forma, fue porque los apóstoles al judaísmo tendrían que ver un resultado para Dios entre los gentiles, para luego ir y confirmarlo, como efectivamente pasó (Hch.10:44-48; 11:1-3,17-18, 19-24). las primeras instancias tenían que ver con el "arreglo divino" que habría de operar en la Iglesia en lo sucesivo, y más adelante habrían de señalarse las pautas que normarían el establecimiento de las autoridades locales en las Iglesias (1Ti.3:1-13; Tit,1:5-11). Hago esta aclaración para que haya un cabal entendimiento respecto al orden divinal que hoy es instituido en forma bíblica (1P.5:1-4).
*** (Gá.1:17) Los viajes de Pablo, a Arabia y Damasco, tuvieron como protagonista a un comisionado divino consciente de su llamado y su posición a nivel eclesial (él lo refiere así en el v.17). El viaje de Pablo a Arabia fue de ida; y el de éste a Damasco, fue de vuelta; y el apóstol no nos dice qué hizo durante ese trámite, ni habremos de suponer positiva o negativamente su fluir en ese trance, sin entrar al terreno de la especulación, y confundirnos por ello. Que si fue para recibir un curso intensivo de doctrina cristiana en un plano revelacional glorioso y subyugador; si fue para meditar, pensar o desarrollar una estrategia; un seminario relámpago o institutano sobre cuál sería la estructura del Nuevo Pacto, estableciendo las pautas que luego serían escritas en la forma de epístolas paulinas; todo ello es factible; pero no tenemos derecho a decir en forma dogmática y absoluta QUE ASÍ FUE, y Pablo no lo refrenda. Cuando imaginamos o especulamos respecto a estas cosas, podemos entrar a un plano místico o esotérico de retorcidas inferencias. Mantengamos nuestros espíritus abiertos a la revelación Escritural, sin agregar nada a lo que está escrito (1Co.4:5a).
*** Tres años después, consolidado al parecer en su ministerio, visita Jerusalén, se entrevista con Pedro, y sostiene una comunión de quince días con él (Hch.9:26-30). Hemos de observar que el apóstol va describiendo uno a uno sus pasos en el plano ministerial con el único deseo de que fueran conocidos sus movimientos y se revelara el panorama de su autoridad fuera de toda duda. ¿Por qué se daba Pablo esta molestia? Porque su autoridad se vio menoscabada entre la gente de Acaya, y en otros sectores como Galacia.
*** (Gá.1:19) Los apóstoles se tomaban muy en serio su ministerio itinerante, y sus ocupaciones externas, marcaban su ausencia de la Iglesia central jerosolimitana, observando, como se cree, que Jacobo pastoreaba la Iglesia central en Jerusalén, el cuartel general del accionar apostólico a los judíos, y a las naciones, ulteriormente (Hch.15), en conformidad al mandato registrado en Hch.1:8.
*** (Gá.1:20) Pablo refrenda su testimonio asegurando que todo lo referido por él es absolutamente cierto, y digno de crédito a nivel local y general, conjurándose a sí mismo en el nombre del Señor.
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